Cherreads

Chapter 2 - capitulo 1—vivos,pero cazados

Kael huyó lo más lejos que pudo de ese terrorífico pueblo y, después de un tiempo, encontró una pequeña cabaña.

Kael decidió entrar en la cabaña, semioculta entre árboles secos y musgo espeso. Las vigas estaban podridas, el techo filtraba gotas heladas, y una capa de polvo cubría cada rincón. Pero al menos aquí no hay cadáveres ni destrucción... Solo estaba el paso del tiempo

"Eres un cobarde."

La voz retumbó en su mente. Fría. Burlona. No era un pensamiento suyo. Era algo que lo acompañaba desde su despertar. Algo que se había fundido con él cuando regresó de… donde sea que hubiese estado muerto.

—Cállate —murmuró, apretando los dientes.

"No puedes negarlo. Huiste sin pensar. Y lo harás otra vez."

Kael se puso de pie, empujando con furia una silla desvencijada que se rompió al instante. Respiró hondo. Sabía que perder el control solo lo volvería una presa más fácil para esos humanos que les encantaba cazar mutantes.

Salió de la cabaña y caminó hasta una colina cercana. Desde allí podía ver el interminable bosque, el cual, en ese momento, solo transmitía un sentimiento de soledad y desesperanza.

—¿Qué me pasó…? —susurró, observando sus manos otra vez—. ¿Qué soy ahora?

Del bolsillo exterior de su bata sacó el extraño teléfono que había tomado de una de las casas. No era como los que recordaba. Demasiado delgado. Sin botones. Demasiado… avanzado.

Deslizó los dedos por la pantalla. Aprendía rápido.

El mundo había seguido sin él, pero lo que antes parecía un futuro brillante se había convertido en una pesadilla para algunos.

—Año 2016… —repitió, leyendo la fecha por enésima vez—. Siete años...

Recordó haber muerto en 2009. Recordó el disparo. La oscuridad. Y después el Renacimiento.

El dispositivo vibró.

En él apareció una noticia:

Noticia Houston, Texas – 10 de marzo de 2016 Un mutante de 17 años, Jared Mills, fue abatido por negarse a ser marcado con el tatuaje obligatorio para mutantes. Aunque testigos aseguran que estaba desarmado, su cuerpo fue expuesto públicamente como advertencia.

El senador Gregory Huxley justificó el hecho diciendo:

“Estamos corrigiendo un error genético. Es un proceso largo y con altibajos, pero necesario. El futuro de la especie humana depende de que pongamos orden.”

Kael sintió un frío intenso recorrerle el cuerpo al leer la noticia. Jared Mills, un joven como él era antes, abatido solo por negarse a ser marcado, reducido a un ejemplo público de miedo y control. La rabia le quemó las venas, pero no era solo ira; había algo más profundo, una mezcla amarga de impotencia y determinación.

“Esto no puede seguir así”, pensó Kael, con los puños apretados. “No somos errores genéticos para que nos corrijan a balazos.”

En ese momento pensó en ese grupo de héroes: los X-Men, los supuestos salvadores mutantes. ¿Qué pasó con ellos?

El eco de la respuesta llegó tan frío como la noche.

Pero la realidad era más amarga.

Los X-Men aún existían, pero ya no eran como antes. Después de años de persecución, sobrevivieron, sí, pero bajo vigilancia constante y con reglas estrictas impuestas por el gobierno. Sus acciones estaban limitadas; cada movimiento, cada intervención debía ser aprobado.

Él realmente no comprendía a los X-Men. ¿Por qué no ayudaron a sus compatriotas? ¿Esa no era su misión?

"Realmente ya no importa", pensó Kael con una sensación de luto por todos los suyos muertos.

En ese momento sabía su situación: era un mutante, una "presa", y por ello debía esconderse, al menos hasta obtener una forma de defenderse. Pero en su corazón, tenía el deseo de algo más.

"Yo antes tenía un poder bastante curioso: la absorción de energía y miniportales a una dimensión desconocida. Los dos a una escala de broma…" Incluso en sus recuerdos fragmentados, solo podía absorber una diminuta cantidad de energía, la cual desaparecía. Y los portales eran inútiles: si metía algo, nunca más lo volvía a sacar, porque se perdía en esa dimensión.

—Bueno… parece ser que mis poderes han evolucionado —dijo Kael a sí mismo.

Sentía como si su cuerpo absorbiera energía constantemente, y también un sentimiento extraño de control sobre ella. Tenía el presentimiento de que ahora su límite no era crear algunos miniportales.

Realmente no comprendía la situación. Solo sabía que no era el de antes. Ahora era mucho más fuerte.

—¿Quizá ahora pueda ayudar a mis iguales?

—En una sala de una oficina desconocida—

—¿Qué hacemos con el mutante no identificado? —preguntó un agente, sin levantar la vista del informe.

El superior, con voz seca, respondió: —Sabemos lo suficiente. Tres centinelas. Diez soldados con armamento antimutante. Cinco rastreadores. Que lo encuentren. Que no sobreviva.

Un silencio tenso cayó sobre la sala.

—Debo admitirlo… esos seis soldados hicieron bien su trabajo. Mostraron el potencial del sujeto. Y su inexperiencia —pensó el superior.

En esta época, la vida de algunas docenas de personas no era un problema, mientras el costo monetario no fuera alto.

—¿En cuánto estará listo el escuadrón? —preguntó el superior.

—En aproximadamente tres horas y media.

—Está bien...

Con Magneto desaparecido desde su derrota en 2014, no se había visto un ataque mutante con tantas víctimas. Eso es algo que lo puso a pensar... "¿Qué pasaría si la guerra con los mutantes se vuelve una realidad?" En este momento los mutantes huyen como animales, pero si esas personas con poderes apocalípticos deciden entrar a la ecuación, quizás la victoria de los humanos no sea segura...

Este superior, frío como el hielo, es uno de los pocos hombres que conoce la verdadera fuerza de los mutantes...

En su larga vida ha visto mutantes capaces de dominar el mundo:

Apocalipsis El Profesor X Magneto La chica que controla el Fénix

Y más mutantes menos conocidos, pero ninguno lo ha logrado simplemente porque se detienen entre sí. Si todos los mutantes se unieran a la misma causa, este planeta sufriría un cambio de orden.

Y por ello es que los estamos exterminando.

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