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BTTH: Zhu Xian's New Order

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Synopsis
Salva a Yun Yun en la Puerta de la Vida y la Muerte, y luego encuentra a la hermana de la Reina Medusa en el Desierto Tagore.
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Chapter 1 - Capítulo 1 — Despertar en la Oscuridad

La Puerta de la Vida y la Muerte

La oscuridad era absoluta. No como una noche sin luna, sino como el interior del útero de un mundo olvidado. No había viento. No había olor. No había Dou Qi. Solo la vibración sutil de una conciencia que acababa de cruzar el umbral entre la muerte… y algo más grande.

Zhu Xian abrió los ojos. Lo primero que sintió no fue el suelo frío bajo su espalda, ni la humedad del aire cargado, ni el leve temblor que recorría sus extremidades.Fue silencio.Un silencio antiguo, sepulcral. Tan profundo que parecía devorar cualquier pensamiento antes de nacer.

Su cuerpo tenía veinticinco años: alto, moldeado con simetría divina, piel tersa, blanca como el mármol bajo la luz de una luna que no existía en ese lugar. Y sin embargo, cada parte de él dolía. Como si su carne, recién formada, aún no se hubiera acostumbrado a cargar con el peso de una existencia entera.

—Así que… este es mi renacer —murmuró. Su voz sonó lejana, como si hablara desde detrás de una máscara de cristal.

La Puerta de la Vida y la Muerte…Ese era el nombre que había escuchado antes de morir, cuando su alma fue llamada por la deidad de la tierra y reescrita con el poder del destino.Un lugar sellado, donde ni el más mínimo vestigio de Dou Qi podía existir.Un infierno silencioso donde las bestias mágicas luchaban sin sentido, y los humanos que entraban… rara vez salían.

Zhu Xian se incorporó lentamente. La túnica que cubría su cuerpo era delgada, apenas suficiente para protegerlo de las rocas afiladas que alfombraban el suelo. Sus pies desnudos pisaron hueso seco. Crujió. No se sobresaltó.Delante de él, un valle sin fin se abría en sombras, iluminado solo por líquenes pálidos adheridos a las paredes de piedra negra. No había cielo. Solo una bóveda eterna y muerta.

Una sensación extraña recorría sus huesos.Su Dou Qi estaba sellado, sí. Pero su alma…Su alma vibraba con una intensidad serena. Como si su existencia, más allá de la carne, hubiera sido fortalecida por siglos de karma acumulado.

Recordó la voz de la deidad en su mente:

"En este lugar pasarás trescientos años. No como penitencia, sino como semilla. Tu cuerpo será nutrido por la crueldad, y tu alma por la soledad. Si sobrevives… el mundo será tu jardín."

Zhu Xian sonrió levemente.

—Parece justo.

Se puso de pie. Un movimiento simple, pero que exigió de su cuerpo el esfuerzo de quien está naciendo otra vez.Sus piernas se doblaron ligeramente. El equilibrio le fue ajeno por un momento. Aun así, no cayó.

Frente a él, una pendiente descendía hacia una grieta profunda, por donde fluía un vapor cálido. El olor era mezcla de sangre antigua, minerales, y algo más... un rastro débil de ira animal.

Dio el primer paso.El filo de una roca le cortó la planta del pie. Sangró.No gritó.Caminó.

Y al tercer paso, tropezó con un cráneo humano.El hueso tenía marcas de mordidas y quemaduras, como si el cuerpo al que pertenecía hubiera sido arrastrado, devorado, y luego olvidado.Zhu Xian lo levantó, observándolo con calma.

—¿También te prometieron el cielo?

El cráneo no respondió. El abismo sí. Un rugido lejano estremeció la tierra.

Las bestias mágicas.

Recordaba lo poco que le habían contado. Criaturas deformadas por siglos sin Dou Qi, consumidas por la locura, guiadas solo por el instinto de devorar y sobrevivir.Y él… no tenía ni una daga.

Pero su alma, incluso sin entrenamiento previo, pulsaba con una energía que las bestias parecían detectar.Porque cuando la primera apareció —una criatura de cuatro ojos y patas traseras reptilianas—, se detuvo a escasos cinco metros.Lo olfateó. Gruñó.Y se marchó.

Zhu Xian se mantuvo inmóvil. Sus ojos la siguieron hasta que se desvaneció entre la niebla.

—No me temen… pero me reconocen —dijo, más para sí mismo que para algún testigo. Porque allí, en ese infierno gris, no había nadie que lo escuchara.

Siguió caminando.Descendió colinas hechas de huesos.Durmió bajo cuevas donde los ecos se retorcían como susurros.Bebió agua estancada con sabor a metal.Aprendió a mover su cuerpo con precisión. A caer sin romperse. A saltar sin agotar sus músculos.

Cada hora era lucha.Cada día, meditación.

Y mientras su carne sanaba, su alma se expandía, como si las paredes del abismo se estuvieran dibujando dentro de él.

Una noche —o lo que parecía noche, pues la oscuridad nunca se iba—, encontró un fragmento de piedra tallada. En ella, un nombre grabado en antiguos caracteres: "Xian".

Lo sostuvo entre sus manos.Se preguntó si el dueño anterior también había sido un cultivador.Se preguntó si también había soñado con una gran familia… con amor… con crear un mundo nuevo.

Lo enterró entre rocas. Hizo una pequeña pila de piedras sobre él.

—Descansa —dijo.

Y entonces, por primera vez desde su llegada, cerró los ojos y durmió.

En la lejanía, las bestias se movían.Pero ninguna se atrevió a tocarlo.