Cherreads

Chapter 6 - LAS CAMPANAS DEL DESTINO

El amanecer se filtraba a través de las hojas de los cerezos que rodeaban la mansión Hoshino, tiñendo los muros de un suave tono dorado. La luz del sol acariciaba los techos cuando Edu, como era habitual, ya estaba despierto, contemplando el horizonte desde la cima de la torre principal.

Zuzu, enroscada junto a él, comenzó a removerse inquieta y, sin previo aviso, estiró una pata y le dio un zarpazo en la mejilla.

—¡Auch! ¿Qué te pasa, demonio felino? —gruñó Edu, frotándose la cara mientras la gata lo miraba con desdén.

Zuzu soltó un bufido y, como si nada hubiera ocurrido, se estiró y volvió a echarse, esta vez sobre la cabeza de Edu.

—Claro, tú manda. Total, soy tu almohada oficial… —suspiró, y aunque su tono era de fastidio, su expresión reflejaba un cariño sincero.

El resto de la mansión comenzaba a cobrar vida. El aroma del desayuno preparado por Shizuka se colaba por las ventanas, y la voz de Azumi regañando a Hinata por andar descalza resonaba en el pasillo principal.

En el comedor, la familia se reunió como cada mañana, aunque esta vez con visitas. Kakashi el maestro, llegó para dar una gran noticia.

—Hoy es su última comida como niños libres —bromeó Ibuki, con una sonrisa amplia mientras servía té.

—Eso suena a sentencia, padre —respondió Edu con un guiño—. ¿Acaso la academia tiene barrotes?

—Sí, los barrotes del conocimiento y la disciplina —intervino Sakura, con elegancia y firmeza.

—Eso suena más peligroso que una mazmorra rango SS—añadió Kenji, sin levantar la mirada de su cuaderno de notas.

—Me gusta más la idea de una academia que de un calabozo —dijo Hinata, mientras Zuzu, ahora en su regazo, le bufaba a Azumi cada vez que ella pasaba cerca.

La charla se tornó más íntima cuando Kakashi, el maestro de los hermanos, carraspeó y dejó la taza de té a un lado.

—Muchachos… Es momento de que escuchen con atención. Ustedes han sido aceptados en Yureisyn, la academia de magia y hechicería más prestigiosa de todo el continente. Solo los elegidos pisan sus salones.

Shizuka, que se mantenía en silencio detrás de Hinata, se permitió una leve sonrisa al ver el brillo en los ojos de los niños.

—Entrenarán junto a los hijos de nobles, guerreros legendarios, sabios, alquimistas y... personas con talentos muy oscuros también —continuó Kakashi con seriedad—. La academia no solo forma héroes. También revela la verdad que cada uno guarda dentro.

Un silencio denso se instaló por un instante.

—¿Y qué pasa si la verdad no nos gusta? —preguntó Kenji.

Kakashi lo miró, orgulloso.

—Entonces entrenen para transformarla.

Azumi rompió el silencio sirviendo más jugo con brusquedad, interrumpiendo el tono solemne.

—Bah, tanta seriedad arruina el desayuno. ¿Qué pasó con la familia ruidosa que siempre me hace enojar? ¡Vamos, todavía no se van!

Las risas llenaron el comedor una vez más.

Ya más tarde, en el jardín, la familia observaba el carruaje mágico que flotaba a unos centímetros del suelo. Era elegante, de madera pulida con inscripciones mágicas que protegían contra emboscadas y maldiciones. Alrededor, soldados y escoltas mágicos se aseguraban de que todo estuviera en orden.

Antes de partir, Ibuki se acercó a cada uno de sus hijos, ajustando sus capas con esmero.

—Recuerden siempre quiénes son… y por qué están juntos.

—¿Y si olvidamos? —preguntó Hinata con voz bajita.

Ibuki acarició su cabello con ternura.

—Entonces el vínculo brillará para recordárselos.

Los anillos en las manos de los hermanos centellearon apenas, como si respondieran a sus palabras.

Kakashi se acercó a Edu, el mayor, y lo llevó a un costado.

—A partir de hoy, no serás solo un hermano mayor. Serás el ejemplo para muchos que no te conocen, el faro de quienes aún no tienen rumbo. No lo olvides.

Edu soltó una risita sarcástica.

—Uf… qué presión. ¿Seguro no quiere ir usted en mi lugar?

Kakashi soltó una carcajada y le revolvió el cabello con cariño.

—Estoy demasiado viejo para eso. Ahora es tu turno, muchacho.

El carruaje partió, dejando atrás la mansión, los jardines, el olor a flores y a hogar. Mientras avanzaban por el sendero, Hinata no paraba de hacer preguntas sobre las habitaciones de la academia, mientras Kenji leía sin levantar la vista, y Edu miraba hacia el cielo, pensativo.

Sabía que la paz que conocía estaba a punto de transformarse. No era miedo lo que sentía, sino una premonición. Como si un hilo invisible lo atara a un futuro lejano que aún no podía comprender.

Desde la distancia, Azumi y Shizuka observaban cómo el carruaje desaparecía entre los árboles.

—¿Crees que estén listos? —preguntó Azumi, con un dejo de preocupación.

—No. Pero eso es lo que hace que el viaje valga la pena —respondió Shizuka sin apartar la vista.

Las campanas de Yureisyn comenzarían a sonar para ellos. Y cuando lo hicieran, el destino del mundo empezaría a cambiar.

More Chapters