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Chapter 9 - "ECOS EN EL AULA, SOMBRAS EN EL ALMA"

Ubicación: Academia Yureisyn, Torre Este – Salón de Estrategias Avanzadas

El sol atravesaba los vitrales de la torre este, dibujando patrones de luz colorida sobre los pupitres de madera pulida. Era un día tranquilo en la academia Yureisyn, o al menos, eso parecía.

Edu estaba sentado junto a la ventana, los dedos tamborileando levemente sobre el escritorio. Su mirada estaba fija en el cielo, pero no disfrutando de su azul despejado. Algo invisible se posaba sobre él como una garra, como una sombra, una sensación que lo seguía desde el amanecer: presión en el pecho, un escalofrío que no lo soltaba.

Algo... o alguien, lo observaba.

Escena 1: Clases y estrategia

La voz del profesor Dameon Karitsu, un hombre de barba plateada y ojos de halcón, resonaba firme en el aula.

Dameon: —Las misiones exitosas no se deben solo al poder bruto. Se deben al análisis, a la previsión. Cualquier idiota puede blandir una espada, pero pocos pueden prever una emboscada antes de que ocurra.

Edu parpadeó, regresando a la clase. Estaba sentado junto a Daiki, quien tomaba apuntes con pulcritud extrema. Frente a ellos, Mina garabateaba símbolos rúnicos en su cuaderno con una pluma encantada que brillaba suavemente. Tetsuo, más relajado, había cruzado los brazos y tenía un palillo en la boca.

Tetsuo (susurrando a Daiki): —¿Crees que si digo que tengo "visión profética" me dejan dormir en clase?

Daiki (sin apartar la vista del cuaderno): —Sólo si predices que vas a reprobar.

Mina (riendo en voz baja): —¡Shh! El profesor lanza rayos cuando se enoja…

Edu sonrió con suavidad ante sus bromas. Por un momento, la inquietud desapareció. Hasta que sintió ese escalofrío de nuevo… una punzada helada detrás del cuello. Giró la cabeza discretamente. Nada. Solo sus compañeros, tomando apuntes o bromeando en voz baja.

Escena 2: Patio, descanso y sombras

Tras la clase, los seis amigos se reunieron en uno de los jardines internos.

Hinata (mientras da un mordisco a una fruta): —Hoy sí que fue complicado ese ejercicio rúnico. No logré estabilizar la línea de maná...

Mina (entusiasmada): —Puedo ayudarte luego. ¡Tal vez solo estás forzando la conjunción elemental antes del tiempo correcto!

Kenji: —¿Y eso en español significa…?

Mina: —¡Que estás mezclando magia antes de que esté lista, Kenji!

Daiki (con gesto tranquilo): —Hoy también, tus reflejos fueron los mejores, Edu. No fallaste ni una vez en el ejercicio de mapas estratégicos. El profesor parecía impresionado.

Edu esbozó una sonrisa, pero sus ojos seguían buscando entre los árboles del patio.

Tetsuo: —Estás tenso, Hoshino. ¿Te pasa algo?

Edu se quedó en silencio un instante. Luego, murmuró:

Edu: —Hay algo... no lo sé. Desde que ingresé acá siento que me observan. No es paranoia. Es algo real. Como si... algo oscuro estuviera esperando que me distraiga.

Los demás quedaron en silencio. Kenji lo miró con seriedad.

Hinata: —¿Lo sentiste también durante la clase?

Edu: —Sí. Es como... si algo se arrastrara detrás de las paredes. No puedo explicarlo.

Daiki: —¿Crees que sea un hechizo de percepción? ¿Un conjuro de rastreo?

Mina: —Puedo escanear la zona. Si es un sello o una maldición oculta, podría detectarlo.

Tetsuo: —O puede que solo estés agotado, hermano. Has estado entrenando sin descanso desde hace días. Incluso las leyendas necesitan dormir.

—O puede que sea una admiradora secreta, añadió Hinata rompiendo la tesion del grupo.

Escena Final: Antes del anochecer

Cuando el grupo se despidió para ir a sus habitaciones, Daiki caminó junto a Edu, con gesto serio.

Daiki: —No estás solo, Hoshino. Si algo va mal... nos tendrás contigo.

Edu (mirándolo con gratitud): —Gracias, Daiki. No suelo decir esto, pero... me alegra haberlos conocido.

Daiki (sonriendo): —No lo digas mucho, o Mina llorará.

Desde lejos, Mina levantó la mano saludando alegremente, y Tetsuo lanzó una hoja al aire que cayó perfectamente en el cabello de Hinata, haciendo que Kenji estallara en risas.

Edu miró al cielo por última vez esa noche. La sensación oscura aún estaba allí. Pero por primera vez… no pesaba tanto. Porque ahora no estaba solo.

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